Segunda denuncia
(ls 1,17-23; Jr 22,13-17)
(ls 1,17-23; Jr 22,13-17)
3 1Pero yo digo: Escuchadme,
jefes de Jacob, príncipes de Israel:
jefes de Jacob, príncipes de Israel:
¿No os toca
a vosotros ocuparos del derecho,
vosotros que odiáis el bien y amáis el mal?
vosotros que odiáis el bien y amáis el mal?
2Arrancáis
la piel del cuerpo,
la carne de los huesos,
la carne de los huesos,
3Os coméis
la carne de mi pueblo,
lo despellejáis,
lo despellejáis,
le rompéis
los huesos, lo cortáis
como carne
para la olla o el puchero.
4Pues cuando griten al Señor,
4Pues cuando griten al Señor,
no les responderá,
les ocultará
el rostro entonces
por sus malas acciones.
por sus malas acciones.
Los
profetas y el profeta (Ez 13)
5Así dice
el Señor a los profetas
que extravían a mi pueblo:
que extravían a mi pueblo:
Cuando
tienen algo que morder,
anuncian paz,
anuncian paz,
y declaran
una guerra santa
a quien no les llena la boca.
a quien no les llena la boca.
6por
eso llegará una noche sin visión,
oscuridad sin oráculo;
oscuridad sin oráculo;
se pondrá
el sol para los profetas
oscureciendo el día;
oscureciendo el día;
7los videntes
avergonzados,
los adivinos sonrojados
se taparán la barba,
porque Dios no responde.
los adivinos sonrojados
se taparán la barba,
porque Dios no responde.
8Yo, en
cambio, estoy lleno de valor,
de espíritu del Señor,
de espíritu del Señor,
de justicia,
de fortaleza,
para denunciar
sus crímenes a Jacob,
sus pecados a Israel.
sus pecados a Israel.
Denuncia
y sentencia
9Escuchadme
jefes de Jacob,
príncipes
de Israel:
vosotros
que detestáis la justicia
y torcéis el derecho,
y torcéis el derecho,
10edificáis
con sangre a Sión,
a Jerusalén
con crímenes.
11Sus
jefes juzgan por soborno,
sus sacerdotes
predican a sueldo,
sus profetas adivinan por dinero;
sus profetas adivinan por dinero;
y encima
se apoyan en el Señor
diciendo: ¿No está el Señor
en medio de nosotros?
diciendo: ¿No está el Señor
en medio de nosotros?
No nos sucederá
nada malo.
12Pues por vuestra culpa
12Pues por vuestra culpa
Sión será
un campo arado,
Jerusalén será una ruina,
Jerusalén será una ruina,
el monte
del templo, un cerro de breñas.
Explicación.
3,1-4
El comienzo es de controversia: Miqueas quiere rebatir a unos interlocutores. La
sátira, sin prescindir de la frase incisiva (1), toma una imagen conocida y la
desarrolla con realismo brutal. En castigo el Señor les rehusará el rostro y la
palabra.
3,1 En
el gobierno y en la administración de la justicia se plantea la distinción
ética radical entre el bien y el mal: véanse Dt 29, 15.19; Is 5,20; Am 5,14.
3,2-3
La metáfora "comer, devorar" al prójimo es común: Is 9,11; Jr 5,17; Sal
14,4 etc.
3,4 El
castigo esta vez es genérico, pero no menos radical: véase Sal 11,5.
3,5 Con
ligero toque de ironía la introducción clásica del oráculo profético se dirige a
y contra los profetas. Sigue uno de los máximos aciertos de Miqueas. Se fija en
la boca, órgano profético, que reacciona sólo a la comida. El falso profeta
invoca la guerra santa, fulminando en nombre de Dios al que no paga.
3,6 El
castigo pasa a otro campo, justificado porque el profeta es "vidente".
De día el sol se eclipsa, de noche falta la luz de la visión (cfr. Job 4,12-16).
"No responde": como en el monte Carmelo, 1 Re 18.
3,7
Gesto de vergüenza o para que no penetren malos espíritus (cfr. 2 Re 22,24).
3,8 Miqueas
se distancia y contrapone a los falsos profetas, ofreciéndonos una clave para
interpretar su libro. Su valentía le viene de la misión, su fuerza reside en la
palabra de Dios al servicio de la justicia.
3,9-12
Contra las clases dirigentes: magistrados, sacerdotes y profetas; unidos en el pecado
común de la codicia. Todo se hace por dinero:
Is 1,23; Ez 22,25; Am 5,7-11.
El templo,
el monte Sión, Jerusalén concentran la alegada presencia del Señor. Jeremías se
inspira en este oráculo para su discurso sobre el templo (Jr 7), y sus jueces
lo citan en el proceso (Jr 26,7.26).
No hay comentarios:
Publicar un comentario